jueves, 7 de febrero de 2013

Querida alumna. Me emputa que chatees en clase.

Me sorprendí cuando llegué y vi el grupo. Mientras iba a la universidad, a la primera clase del semestre, me imaginé un grupo con más mujeres que hombres. Era un grupo de enfermería de primer semestre y me encontré con un grupo equitativo. Muchos hombres estudiando enfermería.

La clase comenzó. Presenté el contenido temático, la metodología, el sistema de evaluación, etc. y mientras hablaba me di cuenta que más de uno tenía su cabeza inclinada hacia adelante mientras miraba y tecleaba su celular. A ningún docente el gusta que mientras habla sus estudiantes estén chateando, o haciendo quien sabe qué.

Pero me sorprendí más. Como herramienta, dentro del curso, uso la plataforma de comunicación para la educación edmodo. Yo estaba haciendo la explicación de la herramienta e indicando que debían ingresar y registrarse como estudiantes cuando vi que más de un estudiante que antes estaba mirando su celular, minutos después, ya estaba registrado en la plataforma, utilizando su celular. Para eso también sirve.

El celular ha dejado de ser un dispositivo para llamar. Ahora se envían y se reciben mensajes, se chatea, se ingresa a todas las páginas que quieras, toman fotos, tiene agendas automatizadas, calendarios, recordatorios, etc. También sirven para llamar.

Recuerdo la discusión sobre el uso del celular. Muchos docentes en algún momento nos vimos, seguramente, en la  obligación de decomisarlos y entregarlos hasta que  el acudiente se hiciera presente en el colegio para darle las quejas del comportamiento de su hijo: “usa el celular en clase”.

La tecnología en el aula, manipulada por el estudiante, se puede convertir en un problema, y para muchos lo es. Es verdad que incomoda que el docente esté hablando y que en la última silla haya una estudiante chateando. En Twitter me encontré con este trino de  Camilo Rozo (@rozomilo) que reúne de alguna manera el pensamiento de alguno de nosotros, cuando esto sucede: “Querida alumna. Me emputa que chatees en clase”. Por eso es el título de éste artículo.

Nosotros no tenemos esa habilidad que tiene ellos de prestar atención, tomar notas, escuchar el comentario del compañero, escuchar música con un audífono en la oreja que no se les ve, enviarle al profesor el trabajo, contestar un correo, enviar un me gusta en Facebook, enviar un trino sobre la clase, y poner cuidado. Nosotros no podemos. Ellos parece que sí.

La inclusión de la tecnología en clase es un reto. Seguramente el primero de ellos es entender que de alguna manera su mente trabajo diferente a la nuestra. Para ellos “poner cuidado”, estar en clase”, “aprender” no es lo mismo que para nosotros. Pero ellos aprenden. Cambian.

El celular y otros dispositivos tecnológicos deben dejar de ser el objeto que interrumpe la clase y se debe convertir en una herramienta que medie el proceso de enseñanza  - aprendizaje.

Los docentes debemos dar un paso adelante y no dejarnos coger ventaja. Ellos saben mucho más que nosotros en lo que a tecnología se refiere. Cambiemos la concepción de aprender, aprendamos a convertir estas tecnologías en herramientas, y dictemos clase.

Pero hay clases en las que yo también sacaría el celular y me podría a tuitear.  No lo hago porque no tengo internet, pero lo haría. Hay clases tan malas, que son el cómodo nido para que el estudiante vea en el celular la puerta perfecta para salirse de la clase, quedándose sentado en una fría y dura silla.

La clave, creo, está en diseñar clases tan llamativas y bien hechas que el estudiante no tenga la oportunidad de usar el celular para otra cosa que no sea la clase. Los docentes debemos aprender a usar la tecnología y dejar el cuaderno, la tiza y tablero en el pasado y comenzar a construir conocimiento con los estudiantes.

Siendo críticos, una de las instituciones más añejas es la educación. Y a la educación no le pasa lo mismo que al vino. Si no nos actualizamos no seremos más que barriles de conocimiento dignos de mostrar en un museo.

En mi clase con los estudiantes de primer semestre de enfermería, y mientras veía que yo hablaba y otros chateaban pensé que algo debía cambiar. En eso estoy. 

John Anzola 
Docente. 
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