Me sorprendí cuando
llegué y vi el grupo. Mientras iba a la universidad, a la primera clase del
semestre, me imaginé un grupo con más mujeres que hombres. Era un grupo de
enfermería de primer semestre y me encontré con un grupo equitativo. Muchos
hombres estudiando enfermería.
La clase comenzó.
Presenté el contenido temático, la metodología, el sistema de evaluación, etc.
y mientras hablaba me di cuenta que más de uno tenía su cabeza inclinada hacia
adelante mientras miraba y tecleaba su celular. A ningún docente el gusta que mientras
habla sus estudiantes estén chateando, o haciendo quien sabe qué.
Pero me sorprendí más.
Como herramienta, dentro del curso, uso la plataforma de comunicación para la
educación edmodo. Yo estaba haciendo la explicación de la herramienta e
indicando que debían ingresar y registrarse como estudiantes cuando vi que más
de un estudiante que antes estaba mirando su celular, minutos después, ya estaba
registrado en la plataforma, utilizando su celular. Para eso también sirve.
El celular ha
dejado de ser un dispositivo para llamar. Ahora se envían y se reciben mensajes,
se chatea, se ingresa a todas las páginas que quieras, toman fotos, tiene
agendas automatizadas, calendarios, recordatorios, etc. También sirven para
llamar.
Recuerdo la
discusión sobre el uso del celular. Muchos docentes en algún momento nos vimos,
seguramente, en la obligación de decomisarlos
y entregarlos hasta que el acudiente se
hiciera presente en el colegio para darle las quejas del comportamiento de su
hijo: “usa el celular en clase”.
La tecnología en el aula, manipulada por el
estudiante, se puede convertir en un problema, y para muchos lo es. Es verdad
que incomoda que el docente esté hablando y que en la última silla haya una
estudiante chateando. En Twitter me encontré con este trino de Camilo Rozo (@rozomilo) que reúne de alguna manera el
pensamiento de alguno de nosotros, cuando esto sucede: “Querida alumna. Me emputa que chatees en clase”. Por eso es el título de éste artículo.
Nosotros no tenemos esa habilidad que tiene ellos
de prestar atención, tomar notas, escuchar el comentario del compañero,
escuchar música con un audífono en la oreja que no se les ve, enviarle al
profesor el trabajo, contestar un correo, enviar un me gusta en Facebook, enviar un trino sobre la clase, y poner cuidado.
Nosotros no podemos. Ellos parece que sí.
La inclusión de la tecnología en clase es un reto.
Seguramente el primero de ellos es entender que de alguna manera su mente
trabajo diferente a la nuestra. Para ellos “poner
cuidado”, “estar en clase”, “aprender”
no es lo mismo que para nosotros. Pero ellos aprenden. Cambian.
El celular y otros dispositivos tecnológicos deben
dejar de ser el objeto que interrumpe la clase y se debe convertir en una
herramienta que medie el proceso de enseñanza
- aprendizaje.
Los docentes debemos dar un paso adelante y no
dejarnos coger ventaja. Ellos saben mucho más que nosotros en lo que a
tecnología se refiere. Cambiemos la concepción de aprender, aprendamos a
convertir estas tecnologías en herramientas, y dictemos clase.
Pero hay clases en las que yo también sacaría el
celular y me podría a tuitear. No lo hago porque no tengo internet, pero lo
haría. Hay clases tan malas, que son el cómodo nido para que el estudiante vea
en el celular la puerta perfecta para salirse de la clase, quedándose sentado
en una fría y dura silla.
La clave, creo, está en diseñar clases tan
llamativas y bien hechas que el estudiante no tenga la oportunidad de usar el
celular para otra cosa que no sea la clase. Los docentes debemos aprender a
usar la tecnología y dejar el cuaderno, la tiza y tablero en el pasado y
comenzar a construir conocimiento con los estudiantes.
Siendo críticos, una de las instituciones más
añejas es la educación. Y a la educación no le pasa lo mismo que al vino. Si no
nos actualizamos no seremos más que barriles de conocimiento dignos de mostrar
en un museo.
En mi clase con los estudiantes de primer semestre
de enfermería, y mientras veía que yo hablaba y otros chateaban pensé que algo debía cambiar. En eso estoy.
John Anzola
Docente.
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