El lenguaje más allá de las definiciones lingüísticas es una herramienta comunicativa indispensable en el aula de clase. Como profesor utilizo el lenguaje en todas mis clases. Además de ser el “profesor de lenguaje”, utilizo el lenguaje como objeto para la comunicación.
Dentro de las modalidades más utilizadas dentro del aula de clase está la oralidad. Dado una marcada tradición la enseñanza está directamente relacionada con la oralidad. El profesor dicta la clase, da las orientaciones de qué hay que hacer, cómo hacerlo, y de qué manera de manera oral. Seguramente el 80% de una clase esté llena de oralidad.
Otro uso del lenguaje en el aula se da en la escritura. El tablero, folletos, guías, cuadernos, textos lineales, etc. son excelentes ejemplos de cómo la escritura acompaña la oralidad. Me he dado cuenta que en muchos casos oralidad y escritura se refuerzan una a la otra. No se trata solo de escribir una indicación en el tablero, también es apropiado leerla, pronunciarla en voz alta, ponerle tonalidad, intencionalidad. La escritura acompaña el ejercicio docente del día a día.
Menos identificables, pero no por ello menos importantes, se pueden mencionar los usos del lenguaje kinésico y paralingüístico dentro del aula. La clase está llena de gestos, miradas, señales que se hacen con las manos, movimientos con los brazos, las piernas. En muchas ocasiones una sola mirada dice más que un llamado de atención, una sonrisa dice mucho más que una calificación, un gesto con las manos dice mucho más que una grosería.
El otro uso, ya mencionado, es el paralingüístico. La ironía, por ejemplo, es una forma de comunicación utilizando un lenguaje paralingüístico. –Sí, tan inteligente que no puede responder una pregunta, ¿no?-. En muchos casos éste tipo de comentarios más un gesto y una tonalidad particular se convierte en mensajes llenos de múltiples significados.
Le lenguaje dentro del aula es una herramienta indispensable de comunicación entre docentes y estudiantes. Es lamentable que estos procesos no se den de manera bidireccional, por ejemplo. Generalmente el que tiene la palabra es el docente, y en muchos casos quien siempre tiene la razón, o cree tenerla. El lenguaje, entonces, se convierte en una herramienta de doble filo que puede afectar directamente el proceso de enseñanza y aprendizaje.
John Anzola.
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