Las nuevas generaciones, las llamadas nativos digitales, nuestros estudiantes, tienen una nueva percepción del mundo. Pareciera ser que lo que nos tomó mucho tiempo para aprender, ellos ya lo supieran al nacer. Siendo esta nuestra realidad, la docencia debe adaptarse a estos cambios y usar dichos cambios para generar más y mejor conocimiento.
El uso de herramientas web 2.0 es un elemento indispensable dentro del salón de clase. Los estudiantes pasan horas frente al computados intercambiando datos, compartiendo textos, imágenes, videos, conocimientos. Es hora que estas habilidades sean utilizadas por la educación.
Internet ha cambiado nuestro rol dentro del aula de clase. Lo importante no es el conocimiento, lo importante es la aplicación de este conocimiento en el contexto real del estudiante. El profesor debe dejar de ser un banco de conocimiento y convertirse en un generador de espacios significativos que le permitan al estudiante aplicar saberes en contextos determinados con fines adecuados.
La clase toma otro aire cuando se utilizan adecuadamente estas herramientas. Recuerdo la experiencia de un curso universitario donde muchos estudiantes pudieron aprender más cuando leían un blog y hacían sus comentarios en el mismo, que dentro del salón de clase. Eso era lo que manifestaban.
Un encuentro vía chat acorta el espacio y el tiempo de clases semanales, en el caso de las universidades. Con el uso de estas herramientas pareciera que el profesor estuviera siempre allí, que la construcción del conocimiento fuera una constante. Como debe ser.
Al hablar de uso de TIC en el aula el reto es inmenso. La escuela debe cambiar. La educación debe cambiar. El docente debe acerarse más al estudiante y permitir que la construcción del conocimiento dentro de un contexto determinado sea una realidad.
Muchas cosas son las que quedan por hacer y por implementar. Si tuviéramos la disciplina de aplicar solo tres herramientas de las antes mencionadas teniendo en cuenta su aplicación pedagógica y realizando su debida planeación y ejecución nuestras clases cambiarían. Se podría apreciar una mejoría considerable en nuestro quehacer pedagógico dentro del salón y fuera de él.
El día en que estas maravillosas ideas, propuestas, ventajas y actividades pasen del papel al aula, y dejen de ser un trabajo y se conviertan en una realidad, ese día podremos decir que estamos innovando, con tecnología, nuestra labor pedagógica.
John Anzola
08/12/2012